




Un poco diferente
Jim Abbott fue nombrado en 1987 el mejor atleta amateur en los Estados Unidos
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“Estaba haciendo algo que amaba realizar y eso es lo que me gustaría animar a la gente a hacer: Encuentra algo que ames en el mundo y no permitas que nadie cambie tu opinión de que puedes lograrlo”
Jim Abbott
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El zurdo tomó aire, miró a Carlos Baerga y advirtió que el puertorriqueño era su último obstáculo. Con determinación, realizó su lanzamiento 119 de la tarde y observó como el bateador conectaba un roletazo de frente al parador en corto. Éste levantó la pelota y la lanzó al primera base, Don Mattingly. Era un 4 de septiembre de 1993 y Jim Abbott lo había conseguido: acababa de lanzar un juego sin hit ni carrera.
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Un juego sin hit ni carrera es una de las más grandes hazañas para un lanzador del beisbol de las grandes ligas. Cada temporada quienes somos fanáticos del “rey de los deportes” disfrutamos de dos o tres de ellos. En su brillante carrera, Nolan Ryan lo realizó en siete ocasiones, Sandy Koufax en cuatro, Clayton Kershaw, Roy Halladay y Fernando Valenzuela lo han hecho: pero Jim Abbott lo consiguió de una forma un poco diferente: “lo logró con una sola mano”.
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James Anthony Abbott nació el 19 de septiembre de 1967 en Flint., Michigan. El Doctor que atendió su alumbramiento le otorgó una buena calificación a pesar de que el bebé no contaba con la mano derecha.
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Desde pequeño, a pesar de la carencia de una mano, el sueño de Jim Abbott era convertirse en un gran atleta. Su padre, lo alentó para conseguirlo, demostrándole que la pequeña diferencia física con los niños de su edad, no era impedimento para realizar las mismas actividades que ellos: pescar, andar en bici y por supuesto, jugar béisbol.
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Al llegar a la preparatoria, Abbott jugaba el béisbol de mejor manera que la mayoría de las personas que contaban con dos manos. No solamente lanzaba duro, inclusive, era un temible bateador. Estas cualidades, permitieron que años después ganara dos campeonatos nacionales con la Universidad de Michigan y el ser condecorado, en 1987, como el mejor atleta amateur de los Estados Unidos.
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Los éxitos para este lanzador “un poco diferente”, continuaron. En 1988, en los Juegos Olímpicos de Seúl, fue el pitcher ganador en el juego por la medalla de oro. Un año después, ya era parte de la rotación de lanzadores de los entonces Serafines de California.
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Jim Abbott participó en el mejor béisbol del mundo por once temporadas, vistiendo seis distintas franelas, entre ellas, la de los Yankees de Nueva York. Se retiró en 1999, con 87 victorias y 888 ponches en su haber.
Nuestro personaje, nació “un poco diferente”, asumió su condición, luchó por lograr su sueño y lo alcanzó. El tener una mano menos, nunca fue un obstáculo, sino una motivación para trabajar duro, competir y ganar.
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Jim Abbott fue un fuera de serie dentro y fuera del diamante. Para él, nunca hubo imposibles. Con determinación, esfuerzo y perseverancia llegó a superar a quienes no contaban con una limitación física como él y con ello legó a la sociedad un modelo de pundonor y coraje.
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Apreciable lector, por pequeñas o grandes que sean las limitaciones que nos aquejan, todo es posible con tenacidad, confianza en sí mismo y amor por lo que se hace, virtudes que debemos trasladar a nuestra vida diaria e inculcar en nuestros hijos.
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